Voy de viaje con el Amo. Estoy muy ilusionada, tanto que llevo pensando en lo que metería en la maleta desde que me lo propuso hace un mes. Ya tengo todo preparado por fin: comida, las cartas, un vestidito corto y pequeño para dormir, todas nuestras cosas, un aceite de masaje, otro conjunto de lencería... Sí, creo que lo llevo todo. Ahora lo que me falta por decidir es qué ponerme para el viaje. No es una cuestión a dejar al azar porque voy a ir con Él en su coche. Y quiero parecer madura sin perder mi toque inocente y pícaro. Me parece que lo mejor será preguntar al Amo, por si tiene alguna sugerencia.
"Ponte lo que veas". Esa fue su contestación. No hay cosa que más me moleste como sumi que esas palabras: lo que veas. Porque significan para mí que vaya a mi aire, que no puedo contentarlo en eso. Y sé que es una tontería, sin embargo no casan con mi naturaleza. En este caso no le doy más importancia, porque lo voy a ver en una hora y la emoción me pueden más. Estoy muy contenta porque por fin después de varios años podré dormir con Él otra vez. Nunca ha sido el hecho de dormir lo que me ha importado, sino el pasar tiempo con Él sin tener que salir corriendo porque uno de los dos tiene que irse al cabo de las dos horas de estar juntos. Así que pienso disfruta este momento aunque vuelva a pasar mucho tiempo hasta el siguiente, no lo voy a pensar.
Me recoge en mi casa. Va con unos vaqueros, una botas de ante y un jersey finito color azul marino. Me encanta como le queda el azul. Al sentarme en el asiento me quedo tan embobada mirándolo, como abstraída por su olor, que se me olvida que llevo la mochila con mis cosas encima de mis rodillas. Se queda mirándome como si fuera tonta y espera a que yo también me dé cuenta del motivo. Lo hago. Empiezo a reírme como una tonta y dejo la mochila atrás para ponerme el cinturón. Él pone los ojos en blanco y me da unas palmaditas en la mejilla. Me gusta tanto que me toque... Menos mal que me acabo de duchar porque ya me noto cerda por dentro. Durante el camino le pongo música, me pide alguna canción que quiere que escuche, me cuenta cosas, me enseña... Una de las cosas que más he valorado estando juntos es lo mucho que he aprendido.
Aminora la velocidad y se mete por un camino que da como a una especie de bosquecillo. Dejamos atrás un merendero y sigue alejándose de la carretera.
- Bájate del coche por favor.
Me lo dice muy serio, nunca lo había visto así. Menos habiéndonos estado riendo hasta hace nada. Obedezco y me aliso un poco la falda del vestido para que me vea presentable. Se baja también Él del coche. Me pide que me incline hacia delante y que me apoye en el árbol que tengo más cerca. Acto seguido me remanga el vestido y su mano cae con todo su peso y fuerza en mi culo. Una, dos y tres veces.
- Quiero que empieces a deja de actuar como una niña y a desafiar mi autoridad. Las cosas las hago de un motivo concreto por algo. Si no te gusta pues te aguantas. Siempre acabo dándote lo que te mereces, y lo haría mucho antes si te lo ganaras pero a veces me lo pones difícil...
Ha tenido que contener esa última palabra porque ya alzaba su mano para darme otro par de azotes. Tiene razón y yo lo sé. Sus palabras van cargadas de verdad. Aunque quiero escuchar y permanecer seria, ya estoy mojada. Quiero azotes, su boca baboseando mi cara, quiero que me humille para después partirme el culo y ser sólo su cosa, su objeto. Me toca la cabeza con suavidad y me da unos besitos muy suaves en la mejilla. Se baja los pantalones y mientras me sujeta la cabeza tirando de mi boca, me la mete por el culo. No sé, puede que sea el entorno, el que por primera vez me use al aire libre, pero lo noto tan grande dentro de mí... Su polla me cubre cada rincón de mi agujerito. Lo noto feliz, en este momento se regodea de que le esté poniendo el culo aunque me quede jodida. Porque justo eso es lo que nos excita. Apoyo un poco más mi cuerpo contra el árbol para poder separarme el culo mientras continúa enculándome en pie. Cuando lo noto a punto me agacha para que la chupa de rodillas, pero no aguanta mucho y se corre en mi cara.
- Esto era lo que quería: que fueras jodida el resto del viaje. Ahora te sonríes, pero veremos qué cara pones cuando te pida que bajes sin limpiarte en la próxima gasolinera a por un café para mí...
No sé qué cara pondré, pero ahora mismo me siento en una nube con las bragas llenas de flujo. No puede ponerme tan perra, no debe ser normal estar tan salida cada vez que me folla, en los días previos y posteriores, realmente no podria justificar mi cerdez si un hombre me pusiera una mano encima. Dentro de una semana extrañaré todo esto, y a pesar de todo: estaría tan dispuesta a ello que no dudaría en repetir.
Gracias Amo